lunes, 16 de junio de 2008

Todo concluye, pero nada perece


Lucius Annæus Séneca ( Filósofo latino, dramaturgo, político y escritor, nacido en la en la provincia romana de la Bética (actualmente Córdoba, en España)

Todo concluye, pero nada perece…qué mejor frase para poner un punto y final. En esta ocasión no haremos honor de nuestro título escogido para el blog, y con puntos suspensivos, deja relegados sus dos puntitos y se queda con uno, con el de la despedida. Todo llega a su fin, como un viajero cuando se prepara para un largo viaje. Poco a poco comienza a despedirse de todo aquello que le acompañó durante todo ese tiempo. Vacía sus armarios, apaga todos los aparatos de su casa, realiza algunas llamadas…se detiene y echa la vista atrás. Se mira y observa la gran maleta que yace a su lado donde se encuentran a resguardo todos los recuerdos de un tiempo vivido. Nosotros somos ese viajero. Cerramos nuestro blog, ese que nos ha servido para (esperemos) aprobar la asignatura de Documentación Informativa, también ella nos dice adiós. Primero de periodismo ¡menudo maletón! Nadie se puede imaginar ¡cuánto puede llegar a pesar! Lo mejor de todo, que todavía queda mucho espacio para los cursos restantes. Volveremos, porque aún nos quedan muchas historias por contar.

Nuestro blog, este que diseñamos con nuestras mejores ilusiones, cada uno su pequeña idea, hizo que lo que surgiese de una actividad de una asignatura se convirtiese en algo más. Detenernos por un momento de entre la vorágine de apuntes y trabajos que debíamos realizar para el día siguiente y pararnos a pensar. Conocer desde el humor de Groucho Marx, hasta la filosofía de Kurt Cobain pasando por Karl Marx…de ellos también es este blog, siempre estarán esperando por aquí, esperando que alguien como tú les dedique un poco de tiempo.
Con puntos suspensivos se despide, pero recuerda, no perecerá, siempre que alguien nos recuerde, seguiremos existiendo

martes, 13 de mayo de 2008

Combinar la arruga y el ímpetu




Un escritor gallego, que allá por el año ’89 ganó el Nobel de Literatura, dijo ya con cierta edad: “Pensar en viejo me abruma y, sin embargo, pensar en joven, en sano y arrogante joven, me parece tan insípido…”

Camilo José Cela murió en 2002, acordándose seguro de sus propias palabras. Aunque no creo que se sintiese demasiado temeroso ante la muerte, porque dejó escritas realidades que si no las pensara no las diría fuera de los libros, sí que quizá durante la agonía que preludió su muerte pasó por su cabeza el volver a ser un joven sano.

Cuando leo esta frase, pasan muchas cosas por mi cabeza. ¿Por qué habría de abrumarle llegar a viejo, si ello te da más posibilidades de encontrar lo que buscas en la vida? Entiendo que puede resultar frustrante una vida en la que no se alcancen los objetivos previstos. Esos objetivos se desechan y cuando un barco no navega con rumbo fijo todos los vientos son contrarios. Entonces aparece la religión por medio prometiéndonos el paraíso, un objetivo de fe en el que debemos creer si queremos alcanzarlo, pues no somos capaces de percibirlo. Enseñado ya el plumero y tras reflexionar que los tiros no deben ir por allí, prefiero tomar otra vía de hipótesis más consonante con la intención del escritor, a pesar de que Cela era muy religioso. La verdad, creo que no le gustaría llegar a viejo porque llevaba una vida placentera. Una vida cómoda, una producción literaria y un manejo del lenguaje excelente y una familia que le quería. Claro, ¿para qué llegar a viejo si pudiese quedarse como está? Lúcido y lo suficientemente fuerte como para hacer las cosas que le gustan, con muchas experiencias vividas y otras muchas por vivir. Seguro que con la edad que tenía entonces, la vida de un hombre del África subsahariana estaría llegando a su fin. Me gustaría ir a África y preguntarle a uno de esos chavales entre 15 y 18 qué les viene a la cabeza cuando piensa en viejo. Otro de las cosas que me viene a la mente con esas tres palabras (pensar en viejo), es el hecho de pensar demasiado las cosas. Ser demasiado reflexivo e intentar abordar algo a través de todos los puntos de vista puede aturullar la cabeza a más de uno. Pensar en joven es más fácil. Recuerdas tus años mozos, cuando eras lo suficientemente ágil como para subir al manzano de tu abuelo de un brinco. Esa frescura y ese brío ya no los conservaría Cela. Recordaba seguro que fue impulsivo, directo y curioso, que toda la energía de la juventud se mostraba en lo que hacía. Sin embargo, al Nobel le resultaba insípido pensar en joven. Quizá fuera porque la juventud se cree que lo sabe todo y aún les queda mucho por aprender. El joven es arrogante, cuando algo le sale mal y se le intenta enseñar no se deja. El joven, ávido de conocimiento o no, no ha tenido tiempo de acceder a la mayor parte de los libros porque, salvo excepciones, cada etapa lleva su curso. Me parece demasiado extremo decir que pensar en joven es insípido porque, como ya he dicho, cada etapa tiene su encanto y pensar en planes que se ajusten a cada momento ya es muestra de agudeza. Es verdad que la juventud está demasiado expuesta a los medios, están sobreinformados de manera tendenciosa. Debería primar más la observación y la vivencia, no todo debe ser conocimiento, pues la experiencia es la base de mi amado método científico.

¿Pensar en joven o en viejo? Creo que para un periodista, de manera especial, es fundamental buscar el equilibrio entre ambas. La reflexión nos acerca más a la verdad, pero sin el ímpetu, la curiosidad y la vitalidad que abran las puertas, no seremos capaces de conseguir terminar el puzzle, no sólo de nuestro trabajo sino también de nuestra vida.

ENTREVISTA A CELA

http://es.youtube.com/watch?v=DtIjhcPsYs8

http://es.youtube.com/watch?v=PqGk0WnqOh0

http://es.youtube.com/watch?v=PPfHi1BdgSE

http://es.youtube.com/watch?v=CtjB2IDu5Fc

http://es.youtube.com/watch?v=BQwl5QiJUkY

domingo, 11 de mayo de 2008


"TODAVÍA NO HE ENCONTRADO LA HORMONA DE MI ZAPATO"


Cómo lo oyen, o mejor dicho cómo lo leen. Esta frase salió de la boca de la mismísima Sofía Mazagatos. Si es que desde luego, con frases así no va a encontrar ni la hormona de su zapato ni la de ningún sitio. Por si alguno no suele leer la prensa del corazón, voy a añadir una poca información acerca de la susodicha.


Sofía Mazagatos fue Miss España en 1991. Como era menor de edad, no pudo participar en el certamen de Miss Universo. A pesar de todo, quedó semifinalista representando a España en Miss Europa. Posteriormente, rodó dos series en España y cuatro películas internacionales. Aunque ahora ya no aparece mucho en la prensa rosa, ha sido una habitual de las noticias del corazón debido a las polémicas relaciones que ha mantenido con algún que otro famoso.


La verdad es que esta chica, teniendo una carrera como la que tiene a sus espaldas, parece mentira que pueda cometer esos errores como el de la frase antes citada. Hombre, Sofía es una persona humana, por lo tanto puede confundirse igual que todos. Pero luego, parece que tienen razón cuando dicen eso de que las modelos son tontas y que solo se preocupan de su cuerpo y de tonterías. Además, cuando surgen rumores así acerca de los famosos ya se sabe porqué es. Que como dice el refrán, cuando el río suena, agua lleva.


Todos habrán entendido que lo que en realidad quería decir la famosa modelo es que todavía no ha encontrado la horma de su zapato, es decir, que todavía no ha encontrado esa persona en la que apoyarse en los momentos difíciles. Esto lo se porque cuando lo sacaron en un programa televisivo, estaba respondiendo a una pregunta sobre si había encontrado a alguna persona especial en su vida. Mostrando la frase así sin explicar el contexto aún parece relucir más la ignorancia de la modelo. Pero la verdad es que confundir horma con hormona es un error bastante grave. Que se trata de palabras con significados totalmente diferentes.


Esta frase me ha parecido interesante para publicarla en este blog, para demostrar que si de vez en cuando se critica a los famosos es porque no son tan listos como ellos creen. Y como ésta frase, podría publicar mil frases más dichas por diferentes famosos y muchas más dichas por nuestra increible modelo. Si tanta fama y tanto dinero tienen, por lo menos aprendan a hablar bien y no metan la pata delante de la prensa porque eso es lo peor que pueden hacer.Y como dicen que las cosas están cambiando, y que nos espera un futuro peor que el presente que vivimos (me refiero a la sociedad), solo digo que ojito con los futuros famosos y que Dios nos coja confesados cuando les toque hablar delante de una cámara.
Sofía Carballo


sábado, 10 de mayo de 2008

El éxito


El éxito es aprender a ir de fracaso en fracaso sin desesperarse

Winston Churchill


Qué mejor manera que comenzar un post con una declaración: soy seguidora de Operación Triunfo.

“Ese programa que encierran a unos chicos en una academia con cámaras y les enseñan a cantar. Vamos yo lo sé porque ayer lo ví un rato porque Manolo lo puso haciendo zapping y salía una rubia con cara de tonta que cantaba fatal. Lo presenta el Jesús Vázquez ese que ¡por dios, vaya chaquetas qué lleva! Luego hacen una gala donde cantan todos, ahí las chicas enseñándolo todo mientras bailan y el jurado los nomina. El único que merece la pena es el Risto uno que va con gafas, un borde de mucho cuidado, con una cara de asco... Yo es que es verlo y cambiar de canal”
Conversación de un miércoles a las nueve de la mañana en el autobús entre dos señoras mientras van a trabajar. Una de ellas sostiene en la mano uno de los periódicos gratuitos con un titular: “OT 2008′ arrasa en su estreno.” “¡Pero yo no lo veo eh!”No esa señora no ve ni Gran Hermano, ni Fama o Supervivientes…No sabemos si realmente formará parte de los 3,7 millones de espectadores de media que siguió el programa el día de su estreno y que hizo que se consagrase como el éxito del día de Telecinco.

Quizás os cuestionéis por qué os estoy hablando de OT. Bien he elegido este programa pero podía haber escogido cualquier otro de los reallities shows con los que nos bombardean los distintos canales de TV a lo largo del año. No será por variedad. Pero mi intención no es hablaros ni de Risto, ni de Jesús Vázquez o Ángel LLacer. A mí lo que realmente me interesa son los concursantes.

Esos a los que cuando ponen un pie en la academia les entregan un pequeño ragalito envuelto con sumo cuidado, el regalo más bonito que jamás habían soñado en la vida. Cuando les comunican que “no continúan su formación en la academia” se ven casi por completo obligados a desprenderse de ese pequeño obsequio que los llevó a la gloria. A lo sumo los que más suerte tienen, los que proyectan una mejor imagen, una cara más bonita, consiguen alquilarlo por un tiempo más. Cuánto cuesta conseguirlo, qué bonito es todo mientras dura y qué poco cuesta perderlo. Él no es otro que nuestro querido amigo el éxito.

El éxito es aprender a ir de fracaso en fracaso sin desesperarse. Seguro que en alguna ocasión, un amigo, un familiar o alguien te ha dado un consejo similar. ¿Sabes que significa? Que en aquella ocasión te equivocaste. ¿Te lo han dado muchas veces? Me temo que has fracasado en repetidas ocasiones. Si fracasaste más de una vez, no te desanimes no eres un perdedor .Tuviste fuerzas para levantarte y seguir adelante. Recuerda, cada batalla perdida es un pequeño triunfo de la experiencia, nuestra gran maestra. No hay nada imposible para quien sabe esperar.

¿Sabías qué?

En la RAE el término “éxito” aparece definido como:

1. m. Resultado feliz de un negocio, actuación, etc.
2. m. Buena aceptación que tiene alguien o algo.
3. m. p. us. Fin o terminación de un negocio o asunto.

¿Sabías que Winston Churchill, Político británico (Palacio de Blenheim 1874 - Londres 24-1-1965), a lo largo de su brillante carrera, fue sucesivamente el hombre más popular y el más criticado de Inglaterra, y a veces ambas cosas al mismo tiempo?

Si quieres saber más:





María Catalá Torcal

sábado, 3 de mayo de 2008

Be happy

“En el colegio solo aprendemos a reconocer las palabras y a escribirlas; pero la aplicación de esas palabras a la vida real es algo que solo la vida y la experiencia nos puede enseñar”.

Esta frase la he sacado de un extracto de A Sangre Fría, obra de Truman Capote que todos nosotros hemos podido leer. Más allá de la propia obra y de su relato, me quiero centrar en la idea que expresa esa frase.

Estas palabras pueden aplicarse a numerosos contextos pero, en el caso de la obra de Capote, aparece en una carta que una hermana le escribe a su hermano que se encuentra en la cárcel. A pesar de este contexto, en muchas ocasiones he tenido la posibilidad de oír y discutir sobre el sentido de la frase, aplicada a la idea de que muchas personas dedican su vida al estudio y al trabajo, dejando atrás los mejores años de su vida sin poder disfrutarlos.
Todos estamos de acuerdo en que debemos forjarnos un futuro y que ese futuro sólo puede construirse con estudio y esfuerzo pero, no sólo un porvenir se basa en estar delante de un libro formándote. Salir a la calle, hablar y discutir con tus amigos, irte de viaje, conocer nuevas culturas y, por qué no, hacer alguna locura (todos las hemos hecho), son cosas que parecen tan sencillas de hacer pero, a la vez tan necesarias, que son las que verdaderamente le aportan un sentido a la vida.


Con esto no quiero decir, ni mucho menos, que el estudio y la formación, es decir, el estar serios en los momentos que debemos estarlo, no sean necesarios, porque si que lo son y mucho. Pero, ¿de verdad creéis que vivir la vida es sólo eso? Espero que no estéis tan equivocados. El sentido de la vida puede encontrarse en cualquier parte y para cada persona existen partes distintas maneras de descubrir ese sentido.


Los amigos, la familia, la pareja, incluso tu equipo de fútbol (aunque ciertas personas no entiendan que algo como un club de fútbol te pueda hacer feliz) son parte de ese sentido de la vida. Y todo y todos podemos hacer que las cosas que nos pasan en clase y en la universidad no sólo nos sirvan para poder formarnos como futuros periodistas, sino también para que las palabras que aprendemos en la universidad la apliquemos a la vida real, las vivamos.

Pablo Cortés

sábado, 26 de abril de 2008

La sabiduria como ley de vida


El hombre con más talento en la historia de la humanidad dijo una vez:


“Quien sabe de qué habla, no encuentra razones para levantar la voz”.


Bien sabía él de lo que hablaba por aquel entonces. Con voz suave y firme mostró a todos cuanto sabía. Quizá no lo enseñase todo y por eso una sábana de oscurantismo rodea su figura. Arquitecto, escultor, pintor, inventor e ingeniero, Leonardo Da Vinci fue el hombre del Renacimiento por excelencia. Leonardo era un hombre ávido de sabiduría. Cada vez quería conocer más cosas y eso le llevó a tener una concepción de la vida bastante realista y naturalista. Su vida es una epopeya que aún trae de cabeza a miles de curiosos y estudiosos de su persona. Leonardo: el vuelo de la mente, es uno de los textos que más se acercan al personaje italiano. Sinceramente, creo que Da Vinci podría haber sido una de las mayores fuentes documentales para un periodista por aquella época. Hubiese sido, sin duda, uno de los más grandes reporteros y, seguramente, habría estado destinado como corresponsal en el peligroso terreno de la vida humana.

Eso es lo que deberíamos intentar hacer, dejar volar nuestras mentes, ávidas de conocimiento, para poder llegar a saber cuantas más cosas mejor. Pienso en la utopía que se forma en mi mente. Un mundo en el que todos son capaces de decir las cosas sin gritar ni dar alaridos. Un mundo en el que hasta los periodistas cumplan con los valores propios de su profesión: el respeto y el constante aprendizaje. Un mundo en el que cualquier ciudadano sea capaz de utilizar la oratoria decentemente. Hoy día, la gente sin argumentos decide elevar el tono un poco más que el otro, simplemente por el mero hecho de que se les oirá más. Piensan que así conseguirán convencer a un mayor número de personas pero, realmente, ni ellos mismos saben lo que están diciendo. La intolerancia y la intransigencia de muchos humanos se mezclan con el auto convencimiento erróneo de creerse sabedores de lo que dicen. Desde luego que se creen lo que dicen porque, de otro modo, ni ellos mismos estarían convencidos de todo cuanto sale de su boca.

Otra de las cosas que autoriza el aumento de decibelios es la jerarquía. La pirámide escalonada en cuya cumbre está el jefe no se libra de estos escarceos. En un determinado momento, las paredes del despacho de persianas corridas tiemblan. Otro muchacho acongojado sale del habitáculo. El jefe suele saber de qué habla, por eso es el jefe. ¿Pero por qué demonios grita tanto? Dicen que la paciencia es la madre de la ciencia. La ciencia, a mi juicio, es la madre de la mente y de la vida. El silogismo que voy a crear es harto tedioso de entender y más duro de reflexionar. Un hombre que eleva la voz es un hombre sin paciencia. Un hombre sin paciencia no es capaz de desarrollar ciencia alguna. Es un hombre incapaz de gestar una vida y una mente sana y duradera. Por mucho que supuestamente se sepa lo que se dice, si se pierden los estribos se acaban diciendo tonterías.

Debemos llegar al resto de las personas mediante nuestra palabra, pero no por el tono en el que se digan, sino por el contenido que encierren. Todo aquello que se alzó trajo consigo desdichas. Se alzaron armas y aparecieron las guerras. Se alzaron malas ideas y acabaron esclavizando al hombre. Se alzaron las voces de aquellos más poderosos y la sociedad los siguió como borregos. Alcemos grandes ideas que nos acerquen entre nosotros, pues conocer aquello que nos separa es muy fácil. Alcemos las plumas dormidas para escribir buenos artículos que sirvan a los lectores. Si alzamos la voz para que se nos oiga, que sea todos a una sin que ninguno tenga la necesidad de destacar. Guardemos los megáfonos naturales y busquemos con la razón y la tinta ríos por los que puedan fluir esos lazos que nos unan, esas redes que nos hagan darnos cuenta de todo lo que tenemos en común (no sólo a nivel general, sino también en el trato personal).


Codex Atlánticus

Universal Genius (Fragmento de un documental de la BBC en inglés)


La recompensa del embustero es no ser creido, aun cuando diga la verdad.


“La recompensa del embustero es no ser creído, aun cuando diga la verdad”

Esta cita salió de la boca de uno de los más grandes filósofos de la historia, Aristóteles. Este creador de la taxonomía solo tuvo que servirse de la experiencia para comprobar la veracidad de su frase. Aristóteles llegó a esa conclusión en el siglo IV a.C pero ésta es una frase que ha llegado hasta nuestros días.
Aristóteles nació en el año 384 a.C. en Estagira (Macedonia). Hijo de médico, pertenecía a una familia que se reclamaba descendiente del dios de la medicina, por lo tanto, estuvo iniciado desde niño en los secretos de la medicina y de ahí procede su afición por la investigación. Estudió en la academia de Platón con el cual no estableció grandes lazos de amistad. Esto lo demuestran los escritos de ambos filósofos. Anduvo durante varios años de un lugar hacia otro estudiando filosofías diferentes. Finalmente volvió a casa y fundó el Liceo en el 334. Durante todos esos años, escribió obras sobre ética, física, matemática y teología. Posteriormente fue acusado de impiedad y se exilió a la isla de Chalcis donde murió en el 322 a.C.

La verdad, es que cuando éste gran filósofo pronunció esa frase, quiso que todos se dieran cuentan de que hay que tener cuidado con las personas y conocerlas bien para saber si son de fiar. Una persona que te miente una y otra vez, pierde tu confianza hasta el punto de que no se le creerá ni siquiera cuando diga la verdad. Personalmente creo que ésto es un hecho que todos hemos vivido. Estoy segura de que todo el mundo tiene un “amigo “ o mejor dicho, conocido, que cada dos por tres está intentando colarte sus mentiras. Y cuando tú te enteras de que todo lo que te está diciendo no es verdad, que te lo dice para aparentar, para engañarte, entonces es cuando dejas de confiar en él. ¿Pero si luego te pide ayuda para solucionar algún problema? Entonces no le brindarás esa ayuda porque dentro de ti sigues pensando que lo que te está contando no es verdad y que acude a ti con otras intenciones.

Esta cita de Aristóteles es de las más certeras que existen. Aunque dicho personaje se caracteriza por la amplitud y la profundidad de sus pensamientos, la nombrada cita no es un simple pensamiento sino que se puede demostrar y no hace falta ser un importante precursor de la anatomía y la biología como Aristóteles para llegar a esta conclusión.

Seamos capaces de documentarnos y hablar con conocimiento de las cosas, para que no deba imperar la ley del más fuerte, sino la ley del que sepa de lo que habla, porque “Quien sabe de qué habla, no encuentra razones para levantar la voz..."

Sofía Carballo Zueras.