domingo, 20 de abril de 2008

Una de humor... por favor



“Hijo mío la felicidad está hecha de pequeñas cosas: un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna…”

Al leer esta frase por mínima que sea seguro que esbozamos una sonrisa, si ya les digo quien es su autor, todo cobra sentido.

Dejemos de lado lo políticamente correcto, Groucho Marx no lo era. Actor, comediante, escritor…personaje polifacético estadounidense. Cómico excéntrico querido por muchos, odiado por otros tantos, fue miembro de la extravagante familia de los hermanos Marx. Dibujantes de sonrisas, su destreza: hacer del humor su útil de trabajo.

Cerremos los ojos, vamos a realizar un viaje en el tiempo: situémonos en la década de 1900, la familia Marx al completo, reunida en una cena navideña. ¿Alguien podría salir impasible de aquel salón, sin haber soltado una carcajada a lo largo de toda la velada? Me temo que no. El día a día de aquel clan familiar debía ser cuanto menos divertido. Dedicados desde antaño al mundo del show fue su madre quien decidió apuntar a sus cuatro hijos Leonard (Chico), Adolph (Harpo), Julius (Groucho), Milton (Gummo), y Herbert (Zeppo) al mundo de la farándula. Apenas se trataba de unos niños, pero su espontaneidad y frescura les condujo a dar el salto a la gran pantalla, donde la empresa cinematográfica Paramount les avaló durante sus primeras películas sonoras en la década de los años 30.

Estrellas del humor absurdo, un bigote pintado con betún, unas gafas y una extravagante manera de andar le bastaban para bautizarse como el más listo de los tontos y el más tonto de los listos, Groucho pronto se convirtió en el dirigente del grupo.

Auténtico as de las palabras, mal educado, genial, imprevisible, despistado… sumamente inteligente. Derrochaba dosis de humor en cada una de sus intervenciones, su compromiso social de hacer reír parecía no tener fin, altruista del humor. Un humor extraño fundamentado en duras críticas a la alta sociedad pero siempre respaldadas por la improvisación.

¿Fue feliz a lo largo de toda su vida? ¿Tuvo un pequeño yate? ¿Vivió en una pequeña mansión? Sospechamos lo peor, a lo mejor nunca lo fue. Su infancia estuvo marcada por la emigración de sus padres alemanes de origen judío a EEUU, donde nos tememos que las vacaciones no consistían en un mes navegando en un lujoso yate, costeado todo por la gran fortuna de “papá” quien se dedicaba al humor ambulante.

Con un pasado austero y sin yates de por medio nuestro amigo emprendió la búsqueda de la felicidad. Se puso a buscar y a buscar y a lo mejor no la encontró nunca. Cuando falleció a los 86 años entre sus grandes bienes no hallamos una pequeña fortuna y el yate pequeño había sido sustituido por otro más suntuoso. ¡Qué lástima! A lo mejor Groucho no fue feliz. Su fortuna fue su talento.

Querido lector ahora me tomo la confianza de dirigirme a usted… ¿es realmente feliz? ¿Dispone del tiempo suficiente y unos amigos con quien comparte momentos inolvidables? ¿Tiene el tiempo suficiente para escuchar esa música que tanto le gusta mientras se da relajantes baños antes de ir al cine con su pareja que tanto le adora? Eso sí nada de coger un autobús público donde esté un buen coche… Si es así ¡enhorabuena! El resto nos conformamos con estudiar cada día para tener un porvenir decente, buscando una pareja, conviviendo con los atascos a las 9 de la mañana mientras en la radio suena ese maldito single del nuevo cantante de OT. Pero sí señores también somos felices, son las pequeñas cosas las que te hacen ser feliz…pequeñas fortunas, pequeñas mansiones, pequeños yates…


Hasta aquí la frase de la semana. Todo termina. Se casaron, fueron felices y comieron perdices o ¿comieron perdices y fueron felices?



Algunos datos de interés



¿Quién no ha leído la famosa historia de Pedro y el lobo? Una bonita moraleja la de este cuento... ¿vale la pena mentir? Seamos coherentes con la profesión que hemos elegido porque si no,
"La recompensa del embustero es no ser creido, aun cuando diga la verdad..."



María Catalá Torcal

2 comentarios:

J.D. Mora dijo...

Para mi sin duda Groucho es el cómico más brillante que ha existido. Irreverente, ingenioso y inteligéntisimo.

Sus biografías dicen que en la vida real era así, cosa que me parece totalmente impresionante. Cierto es que a su muerte no le acompañó la fortuna, pero con ese talento de la humanidad...para que se quiere un pequeño coche, una pequeña casa, un pequeño yate...

Un dato. Groucho Marx fue incinerado, sus cenizas se guardan en el Eden Memorial Park, siendo falso el epitafio "Perdonen que no me levante" que popularmente se cree que está en su tumba

Gran post. Un saludo

Anónimo dijo...

me ha encantado Maria!!

escribes super bien. yo la verdad no conocía mucho de Grouxo Marx, pero sí creo lo que dices. que la felicidad esta hecha de pequeñas cosas. que lo material, por mucho que sea, no podrá sustituir los buenos amigos,los buenos momentos...que la felicidad no es algo único, sino el saber disfrutar el día a día.

un beso muy fuerte! muy buen post!